miércoles, diciembre 11, 2013

hojas del desierto
abandonadas al viento

hojas de dulce verde
evaporando su vida

hojas constantes
hojas en blanco

hojas de murmullo
hojas de tumulto

hojas en el aire
jugando con las aves

hojas de muérdago


hojas aferradas al árbol
con vértigo sumisas

hojas atacadas por insectos
hojas en guerra enfermas

hojas abandonadas al viento
hojas del desierto

hojas aplastadas
hojas crujiendo

hojas de fermento
esperando elegir

hoja nueva queriendo caer
hoja vieja mirando hacia arriba

hojas...
que el viento perdona



La hoja con todo el peso del mar en su orilla
la hoja sepultada en el peso específico de su imposibilidad
inerte donde el viento ha perdido gobierno
una ramita con esperanza miraba obstinación y lucha
un cangrejo entrecejo la miraba vencida
una formula matemática esperaba que la saquen a bailar
pero el firmamento era una plancha

un arrojado gritó ¿qué es la vida?
Mientras se zambullía en la arena hasta pixelarla
en un colapsar negro resultado de un blanco fugaz

la vida es cada vida

ahora mismo será la vida
donde quieras será
cada uno de los instantes que ofrendes
la vida es cada uno de los instantes que somos
la hoja puede ser avellana y salvarse en una boca en un sabor
pero esta hoja se ha entregado a ser hoja
y otros no le ven la vida
pero entonces la hoja encuentra la mano
y la mano es cada minuto de la hoja sostenida
o la hoja es objeto de mano arbitraria
o la voz que estás escuchando no es la hoja ni la mano
ni tu desgracia
entonces la mano vuelve a dejar la hoja
remordida la mano intenta desaparecer el último momento
mira al cielo
pide disculpas
y mientras eran el cielo y la mano
no pasaban ni los pájaros

entonces la mano pensó en los pájaros
y se sintió un pájaro
uno con una cola tan grande que nunca podía despegar del suelo
finalmente la mano quiso cortar su cola
y cayó junto a la hoja
y el cielo no decía nada
la mano notó como se escapaban de sí misma la sangre
que parecía entenderse con el mar
que se convertía en mar
se escapaban los dedos a otra voluntad más quieta
se escapaba la piel que parecía endurecerse como síntoma de reprobación
y notó que los huesos, eran tan ajenos como aquella hoja que ya no podía sostener

entonces el arrojado, que miraba sufrir su mano
se tendió junto a la hoja y le dijo
la vida es el mar y cada cosa es su alimento

la mano no entendía como podía nombrar en partes su propio ser
entonces ¿qué es la mano?
La mano era el cambio
la mano era la brisa que horadaba la materia
y la mano fue materia

ahora era la arena que sostenía la mano
y el mar la modificaba
para un lado y para el otro la mecía

el de la lapicera anotaba
lo que él era en un lugar en el que no estaba
y perdía en la lapicera la vida
encerrando el futuro en una memoria

y el de la lapicera anotaba que era la hoja quien alimentaba al mar
y que era la mano quien arrastraba el arrojo
y que no era el cielo el impulso
y el de la lapicera no era más que un buey atado a su palo

entonces un cactus cautivo hace varios ancestros
propuso
la vida es la maceta
y en la maceta no caben más vidas que la que conozco

el de la lapicera escribía que el cactus no sabe de hojas
que el cactus no sabe de manos que acarician
el de la lapicera supo también que debajo estaba la maceta
y la miró con desdén
y la rozó con nausea
y la regó de bestias

y la vida fue cada vida
pero sin macetas
la vida se escapó de las macetas
como la sangre de la mano
o la mano del arrojado
o la hoja del árbol
que trascendió la maceta con raíces
y ya nadie hablo de la vida mientras pudo sostenerla.